viernes, octubre 27, 2006

Leve suspiro encadenado

Siempre he valorado el silencio. Es en ese preciso momento cuando conecto mis pensamientos con mi cuerpo. Escapo de “este” mundo y me encuentro.
Pero hay muchos tipos de silencio: mi silencio, el silencio amoroso, el silencio ‘generoso’, el silencio misterioso y tu silencio.

A menudo cuando pregunto, es decir, dejo fluir todo el ‘veneno’ que habita en mi corazón, cuando circula por mi cuerpo y es expulsado por mi boca en forma de dardos hirientes, obtengo SILENCIO.
Me desconcierta, no lo comprendo. En esos momentos deseo que al formular la pregunta (o petición) se active en ti una lucecita, acudas a tu diccionario mental, escojas las palabras adecuadas y pongas cada una en su lugar, que actives tus órganos y de tu boca fluya ese leve suspiro encadenado.

¡NO! No me dices nada.

Ahora ya lo entiendo, empiezo a ver las palabras en tus ojos.
Cuando hablo y tu respuesta es el silencio quieres decirme: «Lo siento, prefiero callar para no hacerte daño. No estoy preparado, esto me queda grande. Tengo mi propio ritmo. Sólo espero que me esperes…».

Imagina que somos dos hojas marchitas caídas de un árbol. Nunca sabemos dónde nos llevará el viento. Quizá nos sople con la misma fuerza y haga que coincidamos en el momento perfecto. Tal vez, arrastre a uno lejos y cuando el otro quiera llegar… ME hayan barrido y ya no sea el tiempo.

Lilith

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